Tan extremo como pasar la plancha. Y tan libre
Suelo ver videos de deporte en el tube ese. El de los videos aptos para todo público, digo.
Por eso, mi página de inicio me suele sorprender con deportes extraños y desconocidos.
Curiosos y vergonzosos.
Pero atractivos, al fin y al cabo. No por nada los veo.
He descubierto muchos deportes llamativos. Quizá te suene alguno:
– El fútbol en bicicleta. Sí, se hacen goles con las ruedas.
– El boxeo-ajedrez, donde se turnan dentro de un ring, rounds de boxeo y partidas de ajedrez.
– El campeonato de cachetadas. Ya sabes, turnar cachetazos con tu rival hasta que uno quede fuera de combate.
– La competencia de fuerza de orejas por llamarlo de alguna manera. Donde cada competidor amarra una de sus orejas a la de un rival por medio de una pitilla. Y luego empujan hacia atrás hasta que alguno no pueda más. O alguna oreja ceda…
Y bueno, hay muchos deportes extraños que sigo descubriendo día a día.
Hay uno que descubrí hace poco y que me llama mucho la atención.
El “planchado extremo”. Extreme ironing, por si quieres buscarlo.
La disciplina es simple. Quizá esa simpleza lo hace tan excitante:
Tienes que planchar alguna prenda en algún lugar extremo, en el menor tiempo posible.
Vamos, que si planchar una camisa en la tranquilidad de tu sala de planchado mientras miras algún resumen deportivo ya es difícil y demoroso, imagínate hacerlo en la escarpada ladera de una montaña.
O hacerlo surfeando.
O cayendo en paracaídas.
O pedaleando a toda velocidad.
O en medio de un torrentoso río.
Hey, son todos ejemplos reales. Si no me crees, búscalo.
Como seres humanos y desde un punto de vista evolutivo podría verse como un sinsentido practicar algún deporte (o hacer cualquier cosa) que ponga en riesgo nuestra vida.
Sin embargo, y es paradójico, nos resultan sumamente atractivos.
Y esto se debe a que también sentimos la necesidad de demostrar (a nosotros mismos principalmente) que somos capaces de salir victoriosos de una situación de riesgo. Que somos capaces de sobreponernos y seguir con vida. Un día más.
Esa sensación de victoria nos satisface a tal punto, que seguimos poniendo en riesgo nuestra vida.
Si esto le sumamos la necesidad de movernos como animales que somos y el deseo de libertad, todos los deportes que impliquen aire libre o naturaleza y riesgo, se nos hacen irresistibles.
Y si a todo lo anterior le sumamos planchar…
Espera.
… en realidad no sé qué decir.
Lo que sí puedo decir, es que tu negocio propio también satisface esos deseos.
El riesgo.
El movimiento.
Y la libertad.
Tu cliente también tiene esos deseos.
Deseos que podría satisfacer tu producto o servicio.
Si se lo comunicas bien.