Aprieta el trapecio de tu negocio

Aprieta el trapecio de tu negocio

 

Cuando niño, fui a varios campamentos de verano con mis hermanos.

Nos llevaban a un complejo deportivo, con piscinas, canchas, gimnasios y un montón de posibilidades para hacer actividades deportivas y recreativas.

Ya sabes, para que los papás puedan seguir trabajando con trancuilidad…

 

 

Tengo muchos buenos recuerdos de esos campamentos.

Hoy me voy a detener en el recuerdo de un monitor.

No me acuerdo del nombre, ni de su cara, ni de nada. Solo una cosa en particular. Una cosa que vale el recuerdo.

Resulta que este monitor tenía un don especial. Un talento nunca antes visto.

Nos «apretaba» el trapecio y nos decía qué tan fuertes estábamos.

 

 

Era mágico. En la mañana, casi todos los niños (las niñas no mucho) nos poníamos en una fila y él nos iba apretando y diciendo lo fuertes que estábamos. O lo fuertes que nos estábamos poniendo en comparación con los días anteriores.

Y así, comenzábamos el día felices y motivados, sabiendo que nos estábamos convirtiendo en unos hombrones grandes y fuertes.

Después de eso, todas las actividades deportivas las vivíamos con más intensidad. Con más ganas. Con ganas de que al día siguiente estemos más fuertes.

 

 

Bien.

Cierto día le conté a mi papá. Y le pregunté por qué en esa parte del cuerpo se podía saber lo fuerte que uno era.

Sí, yo lo daba por cierto. Solo quería saber por qué.

Y mi papá, en una época sin google a mano para preguntarle las cosas, tuvo que responder por sí mismo. Improvisar. Inventar, que digamos.

Me dijo que en esa zona se concentraban todos los músculos del cuerpo.

Guau. Yo feliz. Ya tenía mi respuesta. Y me explotó el cerebro.

Y me tocaba yo mismo el trapecio para confirmar lo fuerte que estaba. Me sentía poderoso.

 

 

Y no sé. Siguió el verano, pasaron los años y eso quedó un poco en el olvido.

De repente, lo recordé y pensé en lo que me había dicho mi padre. La hipótesis sin fundamento que me dio. La mentira. La decepción hermano.

Lo entiendo, él no tenía idea y en realidad cualquier cosa que hubiera dicho me servía.

 

 

Pero bueno, ahora ya no me sirve. Pero muchos años sí. Muchos años lo creí.

Es como cuando te dicen que para triunfar con tu negocio tienes que estar en todas las redes sociales. Y decir que eres muy profesional y todas esas cosas.

Y claro, luego vas y le preguntas a tu vecino el que tiene muchos seguidores en instagram y que algo debe saber, y te dice que sí; que necesitas estar en todas. Ser muy activo.

Y te lo crees.

 

 

Pero algún día puede que te des cuenta de que no era así. Tu vecino se lo creía, sí, pero eso no lo hace verdad.

Ese día, quizá quieras hacer otras cosas. Distintas a las que dice tu vecino y a las que dice mi papá.

Y que por lo mismo funcionan.

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