Olvidar cómo respirar para poder sobrevivir

Olvidar cómo respirar para poder sobrevivir

 

Hace algunos años, 2 veces por semana me ponía una coqueta zunga y me tiraba a la piscina.

Lo típico, algunos largos de crol, unos cuantos de pecho, buenos metros de espalda…

Y bueno, algo de mariposa. Muy poquito.

Ya sabes, no me da para tiburón como Michael Phelps. Tampoco para delfín ni sireno.

(No sé, digamos que parecía un guapo jurel)

 

 

Si no sabes de natación te explico algo básico.

Cuando nadas, inspiras por la boca y expiras por la nariz. Más fácil: tomas aire por la boca; devuelves el aire por la nariz.

Así, al inspirar evitas que el agua entre en tus pulmones. Y al expirar, botas la poca agua que te haya entrado.

Y en palabras simples, no te mueres.

 

 

Bien, debo decirte algo. Si respirar así te parece lo normal -fuera de la piscina, me refiero-, es algo que deberías arreglar.

Ahora. Ya.

Porque no sabes respirar.

Pero bueno, que este correo no va de aprender a respirar. Ni de desaprender primero.

 

 

Pero este correo si va de desaprender y aprender otras cosas.

Muchos negocios se tiran a la piscina y respiran mal.

Ya sabes, cuentas que no cuadran, costos que se disparan, inversiones en complejos sistemas de marketing que no resultan… agua que poco a poco va entrando en los pulmones.

Pero pueden aprender a respirar, como aprendí yo al empezar a nadar.

En definitiva, atraer clientes, mejorar los números.

Y respirar.