Obedece sin cuestionar. O piensa.

Obedece sin cuestionar. O piensa.

 

Volvía de la playa con la señorita Escuala el otro día. Una escapada de fin de semana, volviendo el domingo en la tarde. Algo tranqui.

 

Bien, antes de salir miramos el waze, la aplicación que usamos para ver el estado de los caminos, tiempos de viaje, etc.

(No sé qué app usan donde sea que estés. Acá, suele ser el waze o el guguel maps)

Bueno, el asunto es que nos indicó un camino que no conocíamos, en el que nos tardaríamos menos.

¿Cuánto menos?

Creo que no mucho. La verdad es que ni lo miramos. Solo hicimos caso y partimos, como yunta de bueyes mirando solo hacia delante.

 

 

Avanzamos y avanzamos. Curvas, más curvas. Pueblos pequeños. Una cuesta gigante.

Camino en malas condiciones, curvas cerradas y peligosas, mala visibilidad.

Conducción desgastante. Bueno, no para mí, que me tocó de copiloto.

 

 

No sé si realmente tardamos menos en llegar a casa. El viaje se nos hizo eterno. Cansador, desgastante, desesperante a ratos.

Todo, por seguir instrucciones sin cuestionar. Sin pararnos a pensar. Sin reflexionar sobre lo que estábamos haciendo.

Y si ahorramos algunos minutos, no sé si valió la pena todo el desgaste.

Pero bueno, llegamos.

 

 

Mira, a veces con nuestros negocios pasan cosas similares. Y me incluyo.

A veces seguimos el primer objeto brillante que vemos. Al gurú de turno. Al contenido gratuito. A la app de viajes.

Y avanzamos solo por inercia. O creemos estar avanzando.

Puede que al final lleguemos al mismo lugar; al lugar que queremos llegar.

Pero, ¿cómo fue el camino?

Creo que es algo que también debemos considerar. No solo llegar, sino cómo llegamos.

 

 

Podemos tomar caminos sinuosos, desgastantes, desesperantes.

O transitar el camino directo. No por eso el más fácil o el más rápido, pero sí el más eficiente. El mejor.

 

 

Ahhh y bueno, si quieres llegar a tener más y mejores clientes, te puedo indicar el camino que me parece el mejor. A mí. Quizá a ti también.

Quizá no.