Con o sin receta te puedes cagar entero

Con o sin receta te puedes cagar entero

 

Fui a la farmacia a comprar un medicamento que requiere receta.

Lo compré sin receta.

No sé en tu país, donde sea que estés leyendo esto. Pero en países que se creen civilizados y de primer mundo como el mío, esto es muy normal. Todavía.

Para los que siempre quieren saber más, no diré qué medicamento era. No tengo ganas de hablar de pastillitas azules…

(en realidad creo que no requiere receta)

 

 

Ya sabes, entras a la farmacia golpeando la puerta, te paras con la impronta del bandolero del viejo oeste que entra a un bar a buscar pleitos, y le dices al encargado, con total seguridad:

Quiero comprar X.

Tú sabes que necesitas la receta. Él también.

Sostienes la mirada. Por dentro te estás cagando, pero la sostienes.

El encargado se caga más, así que accede. Se da media vuelta y va a buscar lo que le pediste.

Vuelve con X en sus manos. Pagas, lo sigues mirando, recordándole que lo venciste con la mirada.

Te das media vuelta y te vas.

Ya te puedes cagar entero…

 

 

Bien, hay cosas para las que las recetas son necesarias.

Para otras cosas, no. Aunque te quieran hacer creer lo contrario.

¿Tú crees que si hubiera una receta para el éxito, tantos negocios fracasarían?

No, todos seríamos millonarios. Y yo todavía no lo soy a no ser que me contrates.

 

 

Mira, yo vendo mis servicios de copywriter. Probablemente ya lo sabes.

Y no te diré que vendo la receta secreta. No.

Porque te estaría mintiendo.

No vendo ninguna receta ni ningún secreto.

Lo que vendo podría ser parte de tu propia receta. O de tu propia no-receta.

Y podría funcionarte. A ti. A tu negocio.

No lo sé, quizá sí. Quizá no.

Pero podría interesarte.